La belleza para los griegos
era de suma importancia en aquellos tiempos, los griegos estaban obsesionados
con el físico humano, que es una maravilla de la simetría perfecta. La belleza
para los griegos estaba en la perfección, la proporción y la armonía.
Esta armonía lograron
cuantificarla en la llamada proporción brillante o número de oro, que está
inspirada por el pitagorismo y afirma que todo el mundo real se puede resumir a
proporciones matemáticas, también mantenía la idea que el hombre era la medida ideal
de todas las cosas y por ello todo el arte griego se hace a medida del hombre y
para el hombre.
Es por eso que la arquitectura
y todas las bellezas que ellos podían realizar estaban a medidas de los hombres porque consideraban que esa era
una medida perfecta para lograr resaltar la belleza griega. Estas ideas se plasman
en la arquitectura y la escultura con la aplicación de los conceptos del orden
arquitectónico y canon de belleza, en ambos casos la armonía, la belleza se
imagina como una proporción armónica entre las partes de un cuerpo.
Para nosotros algo bello, un
objeto, una persona, o algo estéreo como una canción, tiene que ver con las
formas, los colores, la melodía de dicho objeto, persona o canción. Nuestra
percepción de belleza tiene mas que ver con los que tenían los sofistas cuando
aseguraban que algo bello es algo que da placer a la vista y al tacto a los
sentidos pero para los griegos lo anterior no era mas que algunos elementos de
la belleza, ellos consideraban que lo bello tendría que ver con elementos
sociales, mentales relacionados con la virtud, la bondad y la verdad.
En Grecia todo el arte estaba
inspirado en la idea de la búsqueda de la perfección a partir sobre todo de la
escultura. Cuando un cuerpo está perfectamente proporcionado a una figura entera
esta es una belleza ideal tanto en hombres como en mujeres. Las esculturas de
las mujeres, aunque proporcionadas, representan a mujeres mas robustas y sin
sensualidad, los ojos grandes, la nariz afilada, boca y orejas ni grandes ni pequeñas,
daban un perfil triangular, el cabello ondulado detrás de la cabeza y los senos
pequeños y torneados. En cambio en el ideal masculino se basa exclusivamente y
directamente en los atletas y gimnastas, puesto que a los atletas los dioses
les atribuían cualidades comunes como el equilibrio la voluntad, belleza y
control. El apolo de Belvedere sirve como ejemplo de la belleza ideal griega.
La belleza dependía de la
intervención de Dios, de modo que si algo se consideraba bello, es porque había
sido una concepción divina y estas concepciones eran se adornaba en la
escultura que reflejaban la bondad en un ser.
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